Los Códigos del Bosque

© Antonio Alvarado

Los Códigos del Bosque, es una exposición que se desarrolló en el Centro Cultural Villa de Móstoles, del 1 de diciembre de 2005 a 8 de enero de 2006

Centro Cultural Villa de Móstoles
Plaza de la Cultura.
Móstoles. Madrid, España.
Esta exposición gira en tormo a la instalación Los Códigos del Bosque, que parte de cuatro fotografías en blanco y negro de la sala en las que sobresale su columnata, estas fotografías forman una primera serie de imágenes. Simplifiqué las fotos resaltando las columnas, forman una segunda serie. Traté estas imágenes como si fueran texto para convertirlas en un posible código, convertido este código a su vez en imágenes lo uní al anterior, formando así una tercera serie. Guardé estás imágenes en formato raw, un formato que no siempre guarda las características iniciales, al abrir estos ficheros me dieron como resultado la cuarta serie. Abrí de nuevo estos ficheros manipulando sus características y ello dio como lugar una quinta serie. Todas estas series fueron guardadas en formato tif. Estas cinco series forman la obra.
 
 
Los Códigos del Bosque
4000 x 3000 cms.
Impresión digital.

Línea Maginot / línea Sigfrido - Muro de Berlín / Muro de Gaza, esta instalación consistía en un cable de acero tensado que iba de parte a parte de la sala a 1 metro de altura y con un largo aproximado de 10 metros. Es un alegato contra la guerra y todas las líneas defensivas y muros preventivos construidos por la humanidad.
Fue desmontado después del día de la inauguración, por deseo de los representantes del ayuntamiento, lo cual no deja de ser simbólico.
Línea Maginot / Muro de Berlín - Línea Sigfrido / Muro de Gaza.
Acero.
Medida Variable.
Calvaria piramidal - Pirámida calvarial., durante el año 2001, en una estancia en la ciudad de Marivor en Slovenia, realicé una obra sobre sus dos colinas gemelas. Esta que presente en esta exposición , es una nueva versión de aquella. No conservo una buena foto de la que realicé en Slovenia..
Calvaria piramidal - Pirámida calvarial.
Hierro / acrílico .
150 x 150 x 30.
Mujer y hombre blancos sobre un paisaje nevado, esta obra está realizada en un intento de simplificar los elementos hasta convertirlos en el simple concepto.
Mujer y hombre blancos sobre un paisaje nevado.
Hierro / acrílico / plástico.
160 x 200 x 40..
El Bosque de los Códigos, esta instalación es la contraposición a la que da nombre a la exposición, transformo las columnas de la sala, pero trasponiendo a ellas los códigos encontrados en la manipulación informática de la obra Los códigos del bosque.
El bosque de los códigos.
Plástico sobre columnas
Medida Indefinida.
Asimetriada, es una obra que realicé en 1989, inspirada en la obra literaria homónima de Stanislaw Lem, y aunque bastante anterior en cuanto a su realización, tiene indudablemente una relación con el resto de la exposición y es por ello que decidí incluirla.
Asimetriada..
Lápiz/ carpetas.
290 x 41,5
Los Códigos Hablados, es una aproximación sonora a la obra que da nombre a la exposición.
A partir de grabaciones tomadas a las personas que suelen frecuentar este lugar he realizado esta obra en CD que debe ser escuchada con un reproductor que permita oírla aleatoriamente durante horas.
Códigos Hablados.
Composición músical aleatoria.
Duración variable.
Puede solicitar el CD con el sonido de Los Códigos Hablados. Algunas de estas obras se encuentran disponibles; si usted está interesado, contacte con el autor.
Catálogo:
Para el catálogo de esta exposición se escribieron dos textos, uno de Manuel Pérez-Petit y otro del autor que se reproducen a continuación.
LA OBSERVACIÓN Y EL LOGRO        Manuel Pérez-Petit
Normalmente el cronista se pregunta en tanto observa, y es que esto forma parte de su estar y de su ser en esto de vivir, y es que ya sabe –a base de haberse ido enterando- que la experiencia y la diferencia se hallan en todas partes, que andan por caminos que van de lo universal a lo concreto, que sin su presencia real y efectiva en medio del mundo, en el mismo mundo, frente al mundo, contra el mundo o en cualquiera de las maneras imaginables e/y/o inimaginables que puedan existir, todo sería otra cosa, no lo que conocemos, y así la vida es una interminable lista de preguntas que, a veces, no tienen respuesta pero que siempre determinan lo que ha de hallarse, más allá de los calendarios, en los territorios para los que aún no se han fabricado los relojes adecuados. Y en este camino, a veces –sólo a veces, menos mal- se llega a lo que de común y entrañable tenemos todos –sin excepción, querámoslo o no, y está sin escribir el por qué de esto en el Libro de la vida- los seres humanos, la experiencia y la diferencia se transforman en humus y revierten como lluvia en nuestras propias existencias. Y tampoco tendríamos por qué celebrarlo por todo lo alto como un triunfo de nosotros mismos, sobre todo porque no se sabe dónde está la clave de tanta magia.

La capacidad de observar es netamente humana: se observa lo que se puede, en la misma medida que no siempre que se mira se ve. La clarividencia –aquella virtud que proviene de ver, no de mirar, mediante la cual cualquier ser humano podría ir más allá de la mera visión de las cosas que le rodean y extraer verdades que no existen al alcance de los ojos- es una posible –sólo posible- consecuencia de la capacidad de observación de cada uno. Y en ello está probablemente la clave del logro, en la mirada. Como en Rembrandt o como en Rilke, el artista ve y mira y observa y saca sus propias conclusiones y da en la diana haciendo cosas que no existen pero que por su propia naturaleza existen más aún que cualquiera de las cosas ya conocidas de antemano. Y Antonio Alvarado está ahí, bebe de las mismas fuentes y emerge del mismo modo. Parece que no existiera, que nunca hubiera estado, pero de sus manos nace auténtico fuego, y el fuego –ya se sabe- es uno de los elementos básicos y claves de la vida. Es sugestivo y sorprendente, porque en esto de vivir cada uno su propia vida Antonio, como si llevara una armadura y a la vez estuviera en carne viva –parece frío y hasta quizá, en algunas ocasiones, frívolo, pero en nada es nada de esto-, posee una clave propia: se rebela, vive, mira, escudriña, descompone, encuentra, crea y pasa por encima, haciéndose poseedor de muchas claves, de aquello que hace de la propia existencia algo en que se lastima todo tantas veces. Parece que no existiera pero está. Nadie que lo viera por la calle diría: “Ahí va un artista”. No tiene pose. Está más por dentro que por fuera. Es, lo cual ya es bastante. Tiene la capacidad de hacer inmutables muchas cosas. Ha descubierto la clave que sobrevivirá al hombre y al mundo: tiene la cabeza llena de algoritmos matemáticos y afectos perdurables.

Antonio Alvarado es así, en persona y, sobre todo, en su obra. Indaga en códigos, opiniones, sensaciones y pócimas, y halla claves y desentraña en su tarea no demasiadas pocas cosas. No en vano, va y nos dice: “El entorno que nos rodea distorsiona la realidad”, desvelándonos la clave de su motor esencial de búsqueda. Puede resultar inverosímil pero es real. Y así, tiene la capacidad de llegar al logro, lo cual hoy ya no está al alcance de cualquiera. Y esta capacidad, que es hija directa de la observación, se traduce en una sencillez de formas y silencios, que aunque no es inaudita –pues nadie crea de la nada- tiene la virtud en Antonio de hacerse cosa, objeto, llave, cosa trascendente impregnada de la inmanencia de lo que de común, nuevo y antiguo y entrañable tenemos todos.
CURRICULUM       Antonio Alvarado
Este espacio debería estar destinado al curriculum del autor. Invento sin duda ideado para alagar la vanidad de los artistas. Pero el artista es sin duda su obra, y su vida y sus actividades son sus trabajos. Yo he preferido por ello escribir un curriculum de la obra que presento mejor que un curriculum de mi vida que posiblemente hablaría sobre actividades mías desconocidas para algunos de los espectadores. Como el presente son estas obras, hablare de ellas.

No es una casualidad que esta exposición se realicé en el Centro Cultural Villa de Móstoles, sin él no habría sido posible. Los Códigos del Bosque es fruto de la propia idiosincrasia del lugar donde se expone.

Cuando me dieron la oportunidad de exponer en esta sala, me trasladé a ella para conocerla mejor. Es una sala con unas características muy especiales. Los contrarios la dominan. El negro y el blanco luchan por imponer su criterio con una fuerza fuera de lo común. Líneas de todo tipo la entrecruzan disputándose la dirección de la mirada del espectador. El propio espacio expositivo está invadido por toda una serie de columnas que compiten con la obra expuesta.

Desde el principio el espacio me recordó un bosque barroco donde lo fundamental aparecía tras atravesarlo. Decidí que debía potenciar sus características. Lo negro. Lo blanco. La recta. Lo oculto. El laberinto. Las columnas eran el elemento fundamental sobre el que trabajar.

Los Códigos del Bosque parte de cuatro fotografías en blanco y negro de la sala en las que sobresale su columnata, estas fotografías forman una primera serie de imágenes. Simplifiqué las fotos resaltando las columnas, forman una segunda serie. Traté estas imágenes como si fueran texto para convertirlas en un posible código, convertido este código a su vez en imágenes lo uní al anterior, formando así una tercera serie. Guardé estás imágenes en formato raw, un formato que no siempre guarda las características iniciales, al abrir estos ficheros me dieron como resultado la cuarta serie. Abrí de nuevo estos ficheros manipulando sus características y ello dio como lugar una quinta serie. Todas estas series fueron guardadas en formato tif. Estas cinco series forman la obra.

El Bosque de los Códigos está realizado pegando en las columnas unos códigos adhesivos, tomados de los que aparecen en la obra anterior.

Un pequeño grupo de obras que se caracterizan por la sencillez en su concepto y el predominio del negro y el blanco y una instalación sonora, sin imágenes, completan la exposición.